Cáncer de piel: causas y cómo prevenirlo
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Has oído hablar del cáncer de piel en miles de ocasiones pero seguro que no conoces todas sus características y cómo plantarle cara.
Las zonas del cuerpo más expuestas a los rayos del sol son las más propensas a desarrollar lesiones pre-cancerígenas o ya cancerígenas. La cara, el cuello y el dorso de las manos son lugares muy sensibles en los que el ciclo normal de desarrollo de las células de la piel tiende a verse alterado. Este puede ser el punto de partida del cáncer de piel, una patología cada vez más extendida que se puede prevenir con las recomendaciones que te explicamos en este artículo.
¿Qué es el cáncer en la piel?
A lo largo de tu vida la piel va desarrollando nuevas células sanas que reemplazan a las viejas. Pero, ¿qué sucede cuando este proceso regenerativo no sigue los pasos habituales? Cuando por algún motivo la secuencia natural de regeneración celular se ve interrumpida, aparecen en la superficie epitelial o capa externa de la piel lesiones con capacidad para invadir o destruir otras células cutáneas: es el denominado cáncer de piel.
En este sentido, conviene subrayar que esta enfermedad se puede manifestar de diferentes maneras. La versión más agresiva sería la del melanoma, un tumor maligno que se presenta en forma de mancha oscura, generalmente por evolución de un lunar previo. Sin embargo, la forma más extendida es la del cáncer no melanoma. Esta definición se refiere a un grupo de tumores en el que se incluyen todos los tipos de cáncer (carcinoma baso celular y carcinoma de células escamosas, entre otros) a excepción del de melanoma, que se desarrolla a partir de un tipo concreto de células, los melanocitos, las mismas que se encargan de dar pigmentación al cabello, los ojos y la piel.
Causas más frecuentes del cáncer de piel
Conocer las causas de cualquier enfermedad es el primer paso para su prevención. En el caso de los cánceres no melanoma que afectan a la piel (el baso celular y el escamoso, ambos en las capas de la epidermis), las causas más frecuentes suelen ser:
- Excesiva exposición al sol sin la protección adecuada. La afectación dependerá de la intensidad de la radiación ultravioleta, del tiempo de exposición y del tipo de piel, afectando más a las personas de tez clara.
- Inflamaciones y lesiones graves en la piel que no reciben el tratamiento adecuado. La piel dañada, por ejemplo, como consecuencia de una quemadura, o aquella que recubre el área en el que se ha producido una infección profunda, es especialmente sensible.
- El uso de lámparas y cabinas de radiación ultravioleta (cabinas de bronceado o tratamientos para pacientes con psoriaris) está relacionado con un incremento en el riesgo de sufrir este tipo de afecciones en la piel. Es imprescindible que estas exposiciones sean controladas por el dermatólogo.
- Los tratamientos de radioterapia y todas aquellas circunstancias que supongan un riesgo como consecuencia de la exposición a la radiación.
- Causas de tipo genético y/o hereditario como el xerodema pigmentoso o el síndrome del nevus de células basales.
- La degeneración de algunos lunares y de las manchas en la piel por el sol (por eso es tan importante que los tengas bajo control).
Lesiones y machas: síntomas del cáncer en la piel
En general, esta es una enfermedad que puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, si bien presenta algunas particulares dependiendo del motivo que las ha originado. Un acercamiento al cáncer de piel por síntomas nos obliga a analizar sus rasgos característicos en función de la tipología de cáncer al que nos estemos refiriendo:
Cáncer no melanoma
La señal de alerta es la aparición de una protuberancia o mancha que crece progresivamente (en unos meses o años) o bien la presencia de una zona ulcerada que no termina de sanar (pasan los meses sin que cure la herida). En ambos casos estas lesiones pueden presentar picor, dolor o sangrado. Analizando con mayor grado de detalle los dos tipos de cáncer no melanoma más habituales, se pueden observar los siguientes rasgos diferenciales:
- Carcinoma de células basales: son áreas lisas o ligeramente escamosas, con cierta tonalidad rojiza en los bordes y blanquecina o brillante hacia el centro, que pueden llegar incluso a sangrar con lesiones muy superficiales. Aparecen sobre todo en la espalda y en el pecho. Es característico el aspecto perlado del borde.
- Carcinoma de células escamosas: se produce como resultado de una afectación de las células más profundas de la epidermis, por lo que las lesiones suelen aparecer en forma de protuberancia por debajo de esta (en las manos, en la cara, en el labio inferior…). A simple vista podría confundirse con una verruga, aunque en ocasiones también se presenta como una especie de úlcera de superficie escamosa y ligeramente enrojecida.
Cáncer melanoma maligno
La característica fundamental es la pigmentación, generalmente de más de una tonalidad y suele ser asintomático en las primeras etapas lo que puede llevar a que se diagnostique cuando ya ha empezado a enviar células a otras partes del organismo, generalmente por vía linfática suponiendo un riesgo para la vida, por lo que es imprescindible ponerlo en tratamiento cuanto antes.
Prevención del cáncer de piel
La mejor manera de combatir este tipo de cáncer es la prevención. Añade a tus rutinas unas sencillas pautas de alimentación y protección para garantizar el bienestar de tu piel.
- Emplear la ropa adecuada: en la medida de lo posible, la piel siempre debe estar protegida del sol, por lo que la elección del vestuario adecuado también es importante, sobre todo en niños y en personas con mayor sensibilidad a la exposición de rayos ultravioletas. Gafas de sol, gorras y tejidos apretados que cubran las zonas más expuestas (escote, cuello, brazos…) son las opciones más eficientes.
- Cuidar tu alimentación: una dieta sana y equilibrada siempre es una fuente de salud, también para lo que al bienestar de tu piel se refiere. Evita las bebidas azucaradas y carbonatadas, añade a tu dieta diaria alimentos ricos en vitamina E (zanahorias, cereales, cacahuetes, almendras…), reduce el consumo de grasas e introduce más elementos antioxidantes (kiwis, frutas tropicales, hígado…).
- Utilizar productos de protección de calidad: es imposible evitar la exposición al sol que, por otro lado, también es una fuente de salud y bienestar. Pero para hacerlo de la manera adecuada resulta imprescindible protegerse. Productos como Fotocontrol Ultra (o su versión de gran formato, Fotocontrol Familiar), proporcionan a la piel una capa de hidratación que filtra y refleja las radiaciones ultravioletas A y B, garantizando así la inmunología cutánea frente a las afecciones y manchas en la piel por el sol. Y atención porque este tipo de productos no solo se emplean en verano: también hay que protegerse de la radiación solar durante el resto del año.
Ante cualquier anomalía que detectes en tu piel, debes consultar a un especialista, sobre todo si notas que esta va cambiando de forma y tamaño o te provoca molestias que antes no tenías. Nunca estará de más que adoptes todas las medidas de prevención que hemos señalado en este artículo. Sin embargo, en el momento en que observes alguno de los síntomas anteriormente citados, solo un dermatólogo podrá determinar la gravedad y el alcance de la lesión cutánea y ofrecerte el tratamiento más adecuado para tu caso.
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